miércoles, 7 de septiembre de 2016

EL PONCHO DE LIBORIO

Viejo poncho ranquelino
que Liborio conservaba
diciendo qu’él heredaba
la prienda de su padrino;
y que a este a la vez le vino
como una herencia también,
de un indio que con Pincén
a la isla yevó sus güesos
en condiciones de presos
por orden de no sé quién.

Tenía un tajo zurcido
a una cuarta de la boca
justito ande’l pecho toca
…un malambo de latidos,
y aunque’so pudo haber sido
herida de sable o… rama,
Liborio pintaba un drama
que a uno hacía estremecer
…y apenas dejaba ver
la herida que había en la trama.

De vivir, bandea los cien
ya que ayá por el sesenta
Liborio tenía setenta
…y un poquito más también.
“-Por el año cuatro, el tren
hasta estos pagos yegaba
-decía Liborio- yo estaba
y cuando estuvo a la vista
de a cabayo, al maquinista
con mi poncho saludaba”.

Una güelta en un boliche
ande había naipe y taba
y al tirador lo volcaba
del más platudo al más piche,
un tal Floro Margariche
muy rico en campos y avíos
le ofertó plata en hastío
por el poncho, y él…lo apaga:
“¡Su mucha plata no paga
ni un fleco del poncho mío!”

Siempre’l poncho le servía
de’scusa pa’ una conversa
y la historia más dispersa
en su boca, se ceñía;
quién sabe, lo que decía
pueden ponerlo en cuestión,
mas ricuerdo la espresión
cuando dijo, que a su ver
por el poncho iba’a golver
el indio, alguna ucasión.

Cuando el alcohol de algún vino
le subía a la cabeza
él, arroyaba en la mesa
a su poncho ranquelino,
pero muy zorro y ladino
siempre tuvo un  fleco atao
ande un dedo hecho candao
ante un tirón lo avispaba
y muy suelto preguntaba:
“-¿…otro vino me ha pagao…?”

“-Yo no duermo -repetía-
siempre estoy como dispierto,
mi ojo cerrao… está abierto
disconfiando que se hacía.
Si viene la parca un día
(porque’ya siempre trabaja)
y haga ceñir con su  faja
mi pobre montón de mis güeso’,
pido entonces de’sprofeso
¡que sea el poncho mi mortaja!
                               
 Versos de Miguel Maj y Carlos Raúl Risso

No hay comentarios:

Publicar un comentario