Cuando
miro hacia a tras, hacia la infancia
y
retrotraigo el tiempo transcurrido,
te
observo, del camino en cada paso,
brindar
la protección de tu cariño.
Desde
el propio portal del nacimiento
-cuando
el dolor del parto presentido-
vienes
dando de ti, la mejor parte,
en
la cuota de amor y sacrificio.
Desde
el portal de la niñez aquella
al
umbral de la hombría que hoy habito,
hay
un largo camino, que supiste,
apuntalar
paciente y sin conflictos.
Desde
el portal del tiempo adolescente
a
este tiempo de padre, que transito,
han
sucedido cosas, tú lo sabes,
porque
hemos, ese tiempo, compartido.
Y
llegamos entonces al momento
de
mirar hacia atrás, y no hay olvido,
por
el contrario hay sensación de vivida
y
un volver a encontrar instantes lindos.
Y
has de seguir, porque lo sé, sin duda
-aunque
lejos quedó mí tiempo niño-
has
de seguir poniendo tus esfuerzos
porque
es don natural de tus sentidos.
Y
es por eso que brota de mi pluma
una
modestia que tu nombre encuadre,
mientras
me late el pecho por decirte:
¡Felicidades,
en tu día, Madre!
(09/1984)
Carlos
Raúl Risso E.