Merecida evocación por la yunta
aparcera de mis “juegos” gauchos
Al pingo “zaino”
que se jué hace rato
y al “overo rosao”,
también güen pingo,
aura en mi verso
ricordar procuro
porque la vida
trajinaron juntos
y hoy juntos
andarán… otros caminos.
Como al amigo hay
que yamar po’el nombre
pa’ bautizarlos
-digo- de algún modo
yamé “Ciruja” al
“zaino” -firme pelo-
y “Yamador” lo
bauticé al “overo”
bonito pelo pa’ su
estampa’e crioyo.
Ser marca de
Espinel, de “Los Ombuses”,
acreditaba pues, la
procedencia,
y eyos -que
goluntarios siempre jueron
y nunca un trato
acomodao tuvieron-
agrandaron,
cumpliendo, aqueya menta.
¡Siempre tuve’n mi
yunta una tropiya!
Por aguerridos,
guapos y seguros
los preferí a los
que’l patrón me daba.
(Como dijo
Etchebarne en su versiada
cuando
al mensual un canto le compuso).
Era
el “zaino” capaz -en tiro corto-
de
arrimarle a mi cinto alguna plata:
especial
pa’ las galas el “overo”
no
vide otro, con sus galas, creo…
¡Si
era pa’ mi esa yunta, un cacho’e Patria!
Y
aura andarán los dos, pastiando el yuyo
del
páis de los cabayos: “Trapalanda”.
(Tal
me dijo un paisano, un viejo crioyo
que
había gastao la vida entre los potros
y
era siempre su hablar sentencia mansa).
¡Mis
cabayos! Quién diría… También
digo
como Osiris al recordarlos.
Que
ha de haber un reencuentro, no lo dudo,
y
áhi volveremos a la güeya, juntos:
el
“zainito”, el “overo” y éste gaucho.
(31/08/1996)
Carlos Raúl Risso E.
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